Esta mañana me levanté especialmente contento. Íbamos a ir, después de un tiempo sin poder hacerlo a mi pueblo, a Olivenza, vería a mi viejita que desde ayer está allí y celebraríamos con la familia el cumpleaños de Guille.
¡15 años ya tiene mi chaval! En casa de mis suegros yo me siento en la mía. Mi mujer es la mayor de tres hermanas, cuando nos casamos, como le llevo casi diez años, mis cuñadas eran unas niñas. Eso hace que la relación sea algo distinta a la normal en estos casos. Yo suelo decirle a mi suegra que si su hija se cansa de mi algún día porque no me aguanta más, yo me voy a vivir con ellos.
Pero en medio pasé por Alburquerque. Celebramos hoy allí una Jornada de mi partido sobre la Memoria Histórica. Muchos compañeros de todas partes de Extremadura. Y algunas personas mayores... Una mujer se me acercó diciéndome que no se quería morir sin saber dónde estaban enterrados su padre y su hermano, que los quería traer a su pueblo junto a su madre, que la ayudáramos, que no quería con ello abrir debates sino poderlos cerrar...
Ya en el pueblo, crucé a tomar algo al bar de en frente de casa de mis suegros. Me encontré con Miguel, 62 años, albañil, y Lolo, 49 años, albañil también. Dos magníficos oficiales. Amigos de siempre. Dimos un repaso a la actualidad. Me aportaron alguna información que no figura en las previsiones macroeconómicas de la OCDE ni del Banco de España. Les dí las gracias. Nos despedimos. Me terminaron trasladando que al pueblo no hace falta que vengan los escoltas, que ya están ellos. "Aquí no te puede pasar nada malo", "aunque no todos estén de acuerdo contigo se te quiere mucho". Le volví a dar las gracias. Me fui a comer. Guille sopló las quince velas. Y me pasaron sus quince años, uno a uno, por delante en DVD. Antes con el VHS la vida pasaba más despacio...
Un abrazote
Guillermo