Como sabéis soy médico desde 1983 y médico forense desde 1986, y mi trabajo era (y volverá a serlo algún día) el de contribuir desde la medicina a una adecuada administración de la justicia. Conozco, valoro y respeto a muchos jueces. Soy hijo de un Magistrado del
Tribunal Supremo que cuando falleció en accidente de tráfico en 1990 dejó puestas las sentencias de los siguientes tres meses, que yo entregué a su Presidente el día después, aunque ya no sirvieran, y por parte de madre nieto del Fiscal Inspector Jefe de la República hasta que falleció en 1935. Hay jueces entre mi familia por parte de madre y soy amigo de jueces. En las distintas ciudades donde viví con mis padres, Badajoz, Córdoba y Madrid, estuvimos en casas pequeñas y grandes, donde siempre había un espacio en el que mi viejito pasaba horas sin fin rodeado de libros de
ARANZADI, poniendo sentencias de lunes a domingo.
Cuento todo ésto para que nadie tenga la más mínima duda de que un Juez es para mí algo muy importante en mi vida personal y profesional. Nunca los consideré solamente funcionarios públicos, porque quien tiene en sus manos la importante tarea de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado forma parte de la estructura del estado de derecho. Junto a quien gobierna y a quien hace las leyes, los jueces son los que garantizan el equilibrio de poderes, base del sistema democrático. Por eso considero que un Presidente de Gobierno, un Diputado y un Juez no pueden hacer huelga. Y si algunos jueces persisten en la teoría de que sí , están provocando una situación nueva, en las que habrá que empezar a verlos solamente como funcionarios públicos. Le van a hacer mucho daño a este país quienes así piensan. Los seguiré conociendo y valorando, pero me empezará a faltar el respeto, e igual que yo a mucha gente. Y este país no se puede ni se debe permitir ese lujo.
Es lo que pienso amigos y amigas de esta Plaza de la Cordialidad. Y bien que me duele.
Un abrazote y buena semana a todos y a todas.
Guillermo